Musas de la noche


" Slowly, gently, night unferrs it's splendor.
  Grasp it, sense it, tremulous and tender..."

- Andrew Lloyd Weber, The Phantom of the Opera.


Esta noche me fui al espacio. Y no fui sola.

Necesitábamos encontrar el lugar perfecto. Un techo, una ventana al cielo. Porque tener un telescopio significa percatarse de hasta el más mínimo detalle. Y el resultado fue mejor de lo previsto. Pero para llegar al meollo del asunto, necesito contarles los caminos que recorrimos.


Bienvenidos exploradores
 
El lugar: Lunahuana (700 msnm) a dos horas de Lima; cielo, despejado al sur como descubriríamos luego. Hotel, Villasol. Sauna, piscina y pisco sour de cortesía no era lo que requeríamos. Además, necesitábamos un lugar con mínima contaminación lumínica y descampado para desplegar la maquinaria. Hacia las 5 de la tarde, ya teníamos el lugar. Lo encontramos a 10 minutos del hotel en un lugar de camping. Despejado hacia el sur, con montañas escoltando el este y oeste. Perfecto. Armamos el telescopio, bajamos las frutas, el té, las mantas aislantes para el frío, las lámparas y glowsticks, las banquitas, el láser y nos sentamos a esperar a que atardeciera. Sin embargo, el que decidía las condiciones era el clima. Con creciente desasosiego, vimos cómo un manto nuboso aparecía desde las montañas del oeste y se apoderaba de nuestro horizonte. No perdimos las esperanzas. "Hagamos una fogata". Las hojas secas ya estaban puestas y solo sumamos la leña. Frente al fuego, reímos como niños y revivimos un cuento peruano mientras comíamos malvaviscos hasta hacerlos arder junto con el tiempo. Regresamos con el telescopio pero el cielo estaba más negro que antes. "Maldición". Nos dispusimos a leer "La historia de las estrellas".  Leímos sobre Galileo, Ptolomeo y sus nebulosas. Sobre magnitudes y distancias. Sobre el sol, Arturus (27 veces el diámetro del sol) y Antares (500 veces). Pero ¿Dónde estaban ESAS estrellas? Hacia las 10 pm, con llanto en los ojos de risa, de disgusto y resignación, decidimos cambiar de lugar. "Vayamos más al sur". Pero eso sería al día siguiente.


La segunda oportunidad.

Al día siguiente, no solo decidimos cambiar el lugar de observación; sino, además, el hotel. Fue una excelente idea. Metimos todo a nuestro KIA Picanto y bajamos por el sur buscando un lugar para acampar, un hotel o un lugar que se preste de observatorio de las estrellas. Encontramos las 3 cosas en una. A la altura del Km. 57, un hotel con aire de casa con un cielo despejadísimo y, lo más importante, un observatorio en lo alto del edificio de 4 pisos. "Casablanca" ( el nombre del hotel) tiene un observatorio incorporado de 4m x 3 m con vista a todos lados. La estrella de este hotel era Viviana, una perrita rubia con unos ojos de nobleza que no puedes resistir. Fue amor a primera vista. Luego del almuerzo y del paseo por el pueblo y los campos, llegó la hora de convertirnos en astrónomos. Armamos el campamento y nos acomodamos como la noche anterior. Solo que esta noche, el cielo jugó a nuestro favor. A las 6.30pm, aparecieron las primeras estrellas y no se veía ninguna nube en todo el lugar. Poco a poco, temblorosas y tiernas aparecieron: La cruz del sur, casi recostada sobre los apus (montañas); sobre ella y envolviéndola, la constelación del Centauro, empezando con sus dos estrellas más brillantes Hadar y Alfa Centauri. Brillante y dueña del cielo, encontramos a la constelación del Escorpión en su camino al Cenit. Frente a las tenazas del escorpión, encontramos a la constelación de Libra, sencilla y delicada. Esta apunta hacia la Constelación de la Serpiente que se extiende desde la altura de Libra hasta muy arriba, a la altura donde termina Escorpio.

Y derrepente el cielo va tomando un sentido. Estuviste ahí todo este tiempo, y nunca te vi.

Entre los planetas que vimos estuvieron Neptuno y el que causó mas sensación fue Saturno, sus anillos y sus dos claramente visibles lunas casi nos quitan el aliento.

Entre las nebulosas y cúmulos, pudimos distinguir a Hércules, al de la mariposa, al de la laguna y la de Ptolomeo. De muchas otras más que vimos, estas fueron las primeras y las que más captaron  nuestra atención, y por ser primera vez, se quedarán por siempre en nuestra mente.

El telescopio usado fue una Celestron. Pero no cabe duda de que la luminosidad es todo y necesitamos uno más potente. Porque queremos ver mejor a andrómeda y otras galaxias,  y más nebulosas, esto fue solo el comienzo de un romance prometedor.

No nos olvidemos de los minutos eternos que estuvimos observando este cielo estrellado que se abría ante nuestros ojos y se movía lento y constante. No olvidemos las estrellas fugaces a la que recibíamos con gritos de sorpresa! No olvidemos este super láser con el que formábamos nuestras propias constelaciones: La de Chayo, Los corazones de Xime y mi Unicornio-Caballo de Paso. Jamás olvidemos el temblor que se tomó su tiempo y completó nuestra expedición haciendo que todo lo pasado haya valido la pena.

 ¡Nos vemos en nuestro próximo viaje!

Constelaciones: Escorpio, libra y la serpiente

Viviana : Gracias por su tiempo!


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